miércoles, 13 de abril de 2011

Calcio

Nuestro organismo contiene unos 1.500 gramos de calcio -el 99% en los huesos-.

Funciones. Forma parte de huesos y dientes e interviene en la contracción muscular, en la excitabilidad nerviosa y en la coagulación de la sangre.

Fuentes dietéticas. Que un alimento sea rico en calcio no implica que dicho calcio se aproveche bien. Hay factores que favorecen o dificultan la incorporación del calcio al organismo. La vitamina D, las proteínas, la lactosa (azúcar de la leche), así como una adecuada proporción entre el calcio y el fósforo en el alimento o en el conjunto de la dieta son factores que mejoran su asimilación.
Los lácteos (leche, yogur, cuajada, quesos...) tienen la fama de ser las mejores fuentes de calcio, pero hay otras alternativas. La soja y sus derivados, los pescados de los que se come la espina (como las sardinas enlatadas), el sésamo, la melaza, la leche de almendras, de coco o de avena, ciertas algas que se emplean como complemento dietético, aguas cálcicas… Las legumbres, ciertas verduras y frutas, así como los frutos secos, también contienen calcio, pero su aprovechamiento por parte del organismo es muy inferior al de otras fuentes alimenticias. Esto es debido a que en los vegetales el calcio cumple una función estructural formando complejos con otras sustancias como fibra, por lo que apenas pueden ser aprovechados.

Carencia. La falta de calcio produce crecimiento detenido en niños (raquitismo), osteoporosis (pérdida de densidad del hueso), osteomalacia (ablandamiento del hueso, asociado a carencia de vitamina D) y convulsiones.

Toxicidad. Una ingesta excesiva genera riesgo de calcificaciones.

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